
Iniciamos el 2020 con resoluciones personales y previsiones más o menos favorables en las empresas y las economías. Aquí nos encontramos -como en cualquier parte del mundo- en medio de esta pandemia del Coronavirus y ninguna empresa estaba preparada para lo que significaría cerrar sus operaciones durante cuarenta días, o cambiar sus modelos de negocios con su recurso clave en casa durante una verdadera cuarentena.
En las últimas décadas las empresas mejor preparadas se han esmerado en hacer profundos análisis de sus Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (Análisis FODA, DAFO o SWOT por sus siglas en inglés). Algunos de los mejores ejercicios de planeamiento estratégico en los que he participado incluyen análisis de escenarios y tendencias para prepararse ante lo inminente. Sin estar incluído en sus análisis FODA como una de las principales Amenazas, llegó el COVID-19 para desajustar cualquier planeamiento en el peor escenario previsto.
Grandes empresas con procesos y sistemas de trabajo bien establecidos dejaron de ser “estables”. Desafortunadamente pocas empresas se mantendrán “a flote” y muchas se hundirán cuando sus reservas o el “aire” de sus flotadores se acabe.
En el nuevo mundo empresarial que surgió ya no existe garantía de sobrevivencia, ni en los océanos más azules. Siendo esta falta de garantías uno de los primeros supuestos aceptados en la vida de un verdadero emprendedor, considero que las personas con habilidades emprendedoras serán las mejores “nadadoras” en el turbulento océano de esta crisis mundial.
¿Cuáles son esas “habilidades emprendedoras” que ayudan a las personas a “nadar” y a las organizaciones a avanzar aún en los peores escenarios? Definitivamente un emprendedor no se resiste al cambio ni deja que el miedo lo paralice o le nuble la vista para ver una nueva realidad.
En mi experiencia trabajando en distintos ecosistemas de emprendimiento, estas son las habilidades que reconozco en los emprendedores más admirables:
Habilidades emprendedoras:
- Capacidad de tomar acción rápida para intentar resolver un problema. El verdadero emprendedor no solo está inconforme con el status actual de muchas cosas, sino que decide proponer y hacer algo más al respecto.
- Otra habilidad emprendedora fundamental es la adaptabilidad o esa capacidad de operar en un nuevo contexto sin detenerse más tiempo del necesario para absorber esa nueva realidad.
- La mayoría de emprendedores poseen una cualidad llamada resiliencia que les permite continuar luchando con buen ánimo aún en medio de la adversidad. Esto se relaciona directamente con el optimismo que hace que rodearse de estos emprendedores anime a otros a ver el panorama menos sombrío y a ver oportunidades donde los pesimistas no las ven. Incluso las mismas dificultades que son excusas para la mayoría, se vuelven fuente de innovación para los mejores emprendedores.
- Algunos términos muy usados en el mundo del emprendimiento como “pivotear” y “enfoque en el usuario” son como esas técnicas o lecciones que daría un buen nadador. Los emprendedores que saben ágilmente hacer ajustes en sus modelos de negocio han aprendido a “pivotear” y proveer lo que el mercado necesita escuchando la retroalimentación de sus clientes o usuarios.
- Algo fundamental en esta crisis es que tengamos más empatía colocándonos en los zapatos de los demás, siendo solidarios con sus necesidades. Los buenos emprendedores han aprendido a diseñar sus productos y servicios según las necesidades de sus usuarios o beneficiarios.
La buena noticia es que estamos frente a una situación sin precedentes para que cualquiera pueda poner en práctica algunas de estas habilidades emprendedoras. Si aún está en “shock”, un buen comienzo puede ser buscar inspiración de emprendedores admirables en su región, seguramente ellos fueron adquiriendo esas habilidades en momentos de mucha incertidumbre. Otro pequeño paso puede ser identificar un problema que ha traído esta crisis que le incomoda o afecta profundamente y pensar en formas sencillas de ayudar a resolver ese problema en su comunidad, enfocándose solidariamente en las necesidades del otro.
Finalmente, unir fuerzas con otros apasionados por ese problema, sea familia, comunidad, organización, cámara de empresas, siempre nos hará más poderosos que si intentamos resolverlo individualmente. Si está leyendo este artículo tiene las herramientas para conectarse y hacerlo.
Esta crisis nos ha hecho valorar lo que dábamos por sentado, el aire que parecía gratis es lo más valioso y aprender a nadar en esta crisis incluye el arte de saber cómo, cuándo y con quién respirar juntos para llegar más lejos.
*María Teresa Morazán es Gerente de Proyectos de Interconsulting y Co-Fundadora de Impact Hub Tegucigalpa