Si partimos de un concepto o definición de resiliencia, nos encontraremos que en algunos sitios y textos lo definen como una habilidad, otros como una actitud del individuo. Personalmente, me gusta visualizarla como una aptitud que adoptan algunos individuos que se caracterizan por su postura ante la superación de una adversidad y de mucho estrés, con el fin de pensar en un mejor futuro; es decir la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse después de experimentar alguna situación inusual e inesperada, incluyendo volver a la normalidad.
“La resiliencia se entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas” – Edith Grotberg
Ubicándonos en el contexto actual no me cabe duda de que esta pandemia provocada por el virus COVID-19 ha dejado al descubierto varios aspectos en diferentes ámbitos, por ejemplo, como seres humanos se ha puesto de manifiesto lo débiles y frágiles que somos; como regiones países y comunidades, hemos visto que no somos tan grandes como pensábamos; en lo económico de repente no somos tan poderosos como sentíamos, sobre todo cuando sobrepasamos los límites de lo que no estábamos preparados para bregar, y como empresas es donde encuentro el mayor cambio de paradigma porque todas estas variaciones se están produciendo como una avalancha y la COVID-19 lo único que hizo fue precipitarlos.
